Manuel Tornos, director de Seguridad de Povisa: "El botón del pánico aporta unos segundos extra al profesional para disponer de ayuda"
La
seguridad siempre ha sido una prioridad para Povisa, tanto la de los pacientes
como la del equipo de profesionales. Por ello, y con el objetivo de poder
atender las crecientes agresiones a profesionales sanitarios, Povisa ha puesto
en marcha del botón del pánico. Manuel Tornos, director de Seguridad de Povisa
explica este nuevo sistema.
Los últimos datos señalan un incremento de las
agresiones a médicos, enfermeros… ¿a qué cree que se debe?
Es difícil asignar un único motivo a este incremento que no
sólo nosotros sino también el resto de hospitales del país vienen notando. De
todas formas, puede haber varios datos que habría que tener en cuenta:
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Manuel Tornos, director de Seguridad de Povisa |
Por un lado, una mayor
sensibilización del profesional a que este tipo de situaciones deben ser
denunciadas. De hecho, a día de hoy, todos los profesionales de la sanidad
reconocemos que nuestros registros de agresión reflejan tan sólo un pequeño
porcentaje del total de sucesos acaecidos.
Y por otra, la población, en general, acude al profesional
sanitario con unas expectativas poco realistas, tanto de los tiempos de
asistencia como del resultado de la actuación sanitaria.
¿Cuáles son las agresiones más comunes? ¿Hay
mayor o menor prevalencia según especialidades médicas?
La frecuencia de las agresiones depende más del lugar de la
misma que de otros indicadores. Desde el Observatorio de Seguridad Integral en
Centros Hospitalarios (OSICH), diferenciamos según el tipo, la gravedad, o
perfil profesional del agredido. Resumiendo:
Las agresiones en Urgencias
suelen incluir un componente de alcohol o drogas o están relacionadas con
situaciones psiquiátricas (de corta o larga duración), o incluso provenir de un
componente delictivo previo (pues pueden venir detenidos, o tienen miedo a ser
identificados policialmente, por ejemplo). También existe una importante
proporción de incidentes derivados de la exigencia de una atención más rápida,
o a una expectativa del proceso (llego a urgencias, me ve un médico y me da una
receta) que no tiene por qué coincidir con la realidad (hay que hacer
pruebas diagnósticas, analizarlas…) y en
esos tiempos de espera hay gente (pacientes o familiares) que no son capaces de
contener su impaciencia. Por suerte, estos últimos tipos de agresión suelen ser
los más sencillos de contener. En cualquier caso, las agresiones en Urgencias no tienen un perfil concreto de
agredido y éste puede ser tanto un médico, como un enfermero, celador,
administrativo, o el mismo personal de seguridad.
Las agresiones en
áreas de hospitalización suelen dirigirse al personal de Enfermería en su
mayor parte, y suelen tener relación con un nivel de exigencia de cuidados
fuera de todo estándar, y en su mayor parte son causadas por familiares de
pacientes que creen que la atención a su familiar no es la suficiente. Es un
tipo de agresión normalmente verbal, incluyendo amenazas e injurias graves que
al personal les hace temer, muchas veces, por su propia integridad tanto dentro
como fuera del hospital.
Las agresiones en
centros de salud o áreas de consulta médica suelen dirigirse al médico y
acostumbran a estar relacionadas, muchas veces, con un intento de coacción al
facultativo para conseguir algún objetivo (un medicamento concreto, un
diagnóstico, una baja…). Este tipo de agresiones son especialmente delicadas
pues entrañan el riesgo añadido de ejecutarse en una consulta cerrada, donde
sólo se encuentra el médico y el agresor (o agresores), con una vía de escape
imposible o muy reducida, y que, sin testigos ni intermediarios que intenten
provocar la calma del agresor, pueden convertirse muy rápidamente en agresiones
físicas serias.
¿Cómo debe actuar el profesional ante la
agresión de un paciente?
Una vez se inicia la agresión, y más si es física, ya queda
poco por hacer, más que llamar la atención y pedir asistencia o auxilio de la
mejor manera posible (gritos, golpes, botón del pánico…) para poder repelerla.
Si por el contrario, el profesional, analizando la situación
mientras intenta calmar al posible agresor, llega a la conclusión de que no
puede controlar la situación y se avecina la agresión, ahora dispone de unos
segundos fundamentales extra, pulsando el botón
del pánico para así disponer de ayuda en el menor tiempo posible.
De todas formas, está claro que también hay que realizar un
trabajo previo: preparación del entorno de trabajo para que los posibles
agresores no dispongan a mano de utensilios que puedan ser utilizados en una
agresión, organización de mobiliario para que el facultativo disponga de una
vía de escape, formación en cuanto al trato con personas agresivas, además de
los métodos que puedan ayudarnos a identificar pequeños indicadores de la
amenaza (como la sinergología).
¿Cómo avisa el profesional de la agresión que
está sufriendo con este nuevo sistema?
Nos hemos basado en la herramienta más común, que se
encuentra en todos los lugares de trabajo: el ordenador. En base a ello, el
departamento de informática ha creado un aplicativo que se está instalando progresivamente
en todos los equipos y que, funcionando en segundo plano, monitoriza la
pulsación en cierta frecuencia de una tecla concreta del teclado, y que provoca
el aviso a toda pantalla en los ordenadores del Centro de Control de Seguridad
(y simultáneamente, en algunos casos, en todos los ordenadores del área donde
ha sido pulsada).
¿Cuál es el protocolo que sigue el equipo de
Seguridad cuando recibe el aviso?
El proceso posterior a la pulsación de la alarma está regido
por una serie de protocolos internos del servicio de seguridad que, obviamente,
son confidenciales, pero que en ciertas ocasiones puede incluso motivar la
llamada directa a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad –de las que nos consta su
pleno compromiso para con la seguridad de los profesionales sanitario- para dar
una más rápida solución al problema.
Además, en aquellas zonas donde el aviso alerta también a
los puestos del área, solicitamos la predisposición de los compañeros del
agredido para que presten su plena colaboración para dirimir el incidente
mientras no llegan los Cuerpos de Seguridad (vigilantes o policía).