Vivir con glaucoma: cómo tratar esta enfermedad visual crónica
¿Qué es el glaucoma?
El
glaucoma es una enfermedad ocular
crónica, neurodegenerativa, generalmente bilateral aunque asimétrica, que
acaba afectando al nervio óptico comprometiendo de forma gradual la vista del
paciente, llevando incluso a la ceguera en muchos casos. Por ello es importante
detectarlo a tiempo para prescribir el tratamiento adecuado. Generalmente esta enfermedad no presenta síntomas,
lo que implica que muchos pacientes no sean conscientes de que sufren esta
enfermedad.
El glaucoma se produce por un aumento de la
presión intraocular, debido a la falta de drenaje del humor acuoso. El ojo
produce humor acuoso de forma constante, y debe drenarse en la misma cantidad.
El drenaje se produce a través de un área llamada ángulo de drenaje o
iridocorneal, si éste no funciona de forma correcta se produce el aumento de la
presión dentro del ojo y esto provoca el daño en el nervio óptico, el encargado
de transmitir la información de la imágenes del ojo al cerebro. Este aumento de
la presión intraocular va afectando progresivamente a las fibras nerviosas, y
por tanto, a la visión. Cuando estas fibras nerviosas mueren, se desarrollan
puntos ciegos. Es una de las principales causas de ceguera en personas mayores de 60 años. Se estima que en el mundo
45 millones de personas padecen esta
enfermedad.
Tipología de glaucoma
Según
la apertura del ángulo iridocorneal podemos distinguir el glaucoma de ángulo abierto o de ángulo cerrado. El primero de ellos
se caracteriza por no presentar síntomas al principio de la enfermedad.
Progresivamente, se producen puntos ciegos en la visión periférica. La mayoría
de las personas con glaucoma de ángulo abierto no notan cambios en su visión, y
cuando los perciben el daño ya suele ser importante (hasta el 50 % de los
glaucomas no están diagnosticados). En este caso, es fundamental mantener revisiones oftalmológicas para poder
detectarlo antes de que el daño sea más grave. En el caso del glaucoma de ángulo cerrado, no se
presentan síntomas hasta que se produce un ataque por el cierre agudo del
ángulo de drenaje que provoca una subida brusca de la presión ocular, en el que
el paciente sufre visión borrosa, dolor de cabeza y ojo, visión de halos de luz,
incluso náuseas y vómitos. Además de estos dos tipos, existen pacientes que
pueden padecer la enfermedad con tensiones oculares estadísticamente en límites
de normalidad, glaucoma de tensión
normal (por esto mismo sólo tomar la tensión ocular no es suficiente para
diagnosticar ni para descartar un glaucoma), y por el contrario, también hay
personas con tensión ocular alta que no tiene la enfermedad, son hipertensos oculares (el 10% acabará
desarrollándola).
Factores de riesgos
Los
factores de riesgo principales del glaucoma de ángulo abierto (90% en nuestro
medio) son :
- la presión ocular elevada
- los antecedentes familiares de glaucoma
- la edad ( la prevalencia aumenta con los años )
- raza: africanos o latinos/hispanos
- córneas delgadas
- presión de perfusión baja
- diabetes mellitus tipo 2
- miopía
- presión arterial sistólica y diastólica baja
- hemorragias papilares
- excavaciones papilares grandes
- otros factores: migraña, vasoespasmo, hipertensión arterial sistémica, presión del líquido cefalorraquídeo, factores genéticos
¿Cómo lo detectamos?
Es
necesario realizar un examen ocular
completo para detectar el glaucoma de manera certera. Una prueba de
glaucoma que sólo mida la presión intraocular no es suficiente. En este examen
se medirá la presión ocular, se verá el ángulo de drenaje del ojo y el nervio
óptico, se realizarán campimetrías (para valorar la integridad o la existencia
de defectos en el campo visual), se tomarán imágenes del nervio óptico y se medirá el espesor corneal.
Tratamiento del glaucoma
Aunque
el daño del glaucoma es irreversible, sí que puede tratarse para detener su
progresión o hacer que ésta sea más lenta. El
objetivo del tratamiento es que el paciente mantenga una función visual
adecuada durante toda su vida. De forma general el glaucoma se trata con
medicamentos (generalmente gotas), láser o de forma quirúrgica.
Los
medicamentos (gotas) son de distintos tipos, se administran cada 12 ó 24 horas,
y a través de distintos mecanismos de acción disminuyen la producción de humor
acuoso o facilitan el drenaje. Se ha de informar al paciente que además del
efecto terapeútico también presentan efectos secundarios (responsables en
ocasiones de la falta de cumplimento del régimen de tratamiento ). Suelen ser
el primer escalón del tratamiento.
En
cuanto a las cirugías, existen dos tipos de láser: la trabeculoplastia, en pacientes con glaucoma de ángulo abierto, que
aumenta el drenaje a través del tratamiento del ángulo iridocorneal. La iridotomía, en pacientes con glaucoma
de ángulo cerrado (se crea una abertura en la periferia del iris para evitar
que la zona de drenaje se cierre de forma aguda).
La
cirugía, ya sea mediante cirugías filtrantes como la trabeculectomía, cirugías no perforantes (EPNP- esclerectomía profunda no perforante) o dispositivos de drenaje colocados en el
interior del ojo, que permiten disminuir la presión intraocular comunicando el
interior del ojo con las capas externas donde se reabsorbe el humor acuoso. La cirugía suele emplearse en las
situaciones en las que el tratamiento médico y/o láser no controlan la
enfermedad.
Todos
estos tratamientos están disponibles en nuestro centro y son utilizados a
diario. Es importante la prevención, el diagnóstico
precoz, ser capaces de hacer entender la enfermedad a los pacientes y el
objetivo del tratamiento (esto hará que el cumplimiento del tratamiento sea el
adecuado) para mantener su función visual durante toda su vida.