La trombosis, ¿qué es y cómo evitarla?
El 13 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Trombosis, una enfermedad muy grave que causa cada año 500.000 muertes en Europa. Esto significa que cada año mueren de trombosis más personas que de cáncer de mama, VIH y accidentes de tráfico juntos.
¿Qué es la trombosis?
Una
trombosis venosa se produce cuando la sangre se coagula en el interior de una vena,
produciendo una obstrucción del retorno venoso desde el pie hasta el corazon.
La localización más frecuente de las trombosis venosas suelen ser los Miembros
inferiores, en venas de la pantorrilla y el muslo y la clínica que producen es
de hinchazón y dolor. No debe
confundirse una trombosis con la presencia de varices ya que estas son dilataciones
venosas provocadas por la Enfermedad
Venosa Crónica en las que el riesgo de trombosis en ausencia de otros
factores de riesgo (cirugías, neoplasias, obesidad, etc) es relativamente bajo.
Cuando
el coágulo se desprende del vaso y se desplaza hasta los pulmones se denomina embolia pulmonar, lo que puede dañar
los pulmones y reducir los niveles de oxígeno en la sangre, afectando también a
otros órganos. La embolia pulmonar es la principal causa de mortalidad
prevenible y la tercera causa de muerte cardiovascular, tras el infarto agudo
de miocardio y el ictus. Tiene una prevalencia de 1-2 casos por cada mil
habitantes y a su impacto sanitario se suma el enorme coste económico.
Por
otro lado, existe la trombosis arterial
que, a diferencia de la venosa, se forma en las arterias y es la principal
causante de los paros cardiacos fulminantes.
Aproximadamente
el 30-40 por ciento de los casos pasan desapercibidos, ya que no se presentan
los síntomas habituales y los afectados no se dan cuenta de que tienen un
coágulo en una vena profunda hasta que éste provoca una enfermedad más grave.
Para
su diagnóstico, se realizan pruebas radiológicas objetivas como la ecografía doppler
y el Angio-TC.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Permanecer
hospitalizado durante un tiempo prolongado es un importante factor de riesgo, ya que el
66 por ciento de los casos se producen durante la hospitalización o los
primeros 90 días tras el alta. Pero hay otros factores de riesgo:
- Después de una cirugía mayor: ortopédica, abdominal o relacionada con el cáncer.
- Mantenerse en la misma posición durante varias horas
- Presentar alteraciones genéticas que favorecen la coagulación de la sangre
- La edad: las personas mayores de 60 años tienen más riesgo de sufrir trombosis
- Antecedentes personales o familiares de trombosis
- Padecer cáncer o recibir tratamiento con quimioterapia
- Tratamientos hormonales a base de estrógenos (anticonceptivos orales o terapias de reemplazo hormonal)
¿Cuáles son los síntomas de la trombosis?
Dolor en la pantorrilla, sensación de pesadez, inflamación
del pie, el tobillo o la pierna y enrojecimiento y calor en la extremidad.
También puede producirse cierto grado de impotencia funcional.
En el caso de la embolia pulmonar, sus signos son dificultad
respiratoria (disnea) con respiración agitada, dolor en el tórax, expectoración
sanguinolenta (hemoptisis) y aumento de la frecuencia cardiaca (taquicardia).
En ocasiones pueden aparecer síntomas generales como fiebre
o tos.
¿Cómo se previene?
Existen métodos muy efectivos para su prevención y tratamiento,
basados en medidas físicas (ejercicio, movilización de las extremidades,
hidratación y medias elásticas) y farmacológicas mediante el empleo de fármacos
anticoagulantes como las heparinas o los nuevos anticoagulantes orales.
Cuanto más activo, mayor probabilidad de evitar un coágulo sanguíneo
Estos son algunos de los consejos básicos para reducir la
probabilidad de sufrir una trombosis:
- Hacer actividad física de forma regular, un hábito saludable que tiene increíbles beneficios sobre el sistema cardiovascular y circulatorio.
- Abandonar el hábito del tabaco, cuyos efectos nocivos impactan de forma directa en el sistema respiratorio.
- Mantener un peso adecuado: las personas con sobrepeso tienen un riesgo más elevado de trombosis por la presión que tienen que soportar las venas de sus piernas. La obesidad, además, provoca un desequilibrio en los niveles de colesterol y triglicéridos, dos lípidos que pueden ocasionar obstrucción venosa.
- Evitar permanecer sentados mucho tiempo: caminar unos minutos dentro de la vivienda o en la oficina, elevar las piernas por unos instantes o subir y bajar escaleras son algunas de las formas de darle un impulso al sistema circulatorio. Además, se recomienda evitar cruzar las piernas por tiempo prolongado.
- Adoptar una buena alimentación con el consumo de alimentos ricos en vitamina C, E y K.