Osteoporosis, la epidemia silenciada
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) ha calificado la osteoporosis como una de las epidemias del siglo XXI.
¿Qué es?
La osteoporosis es una
enfermedad crónica y progresiva que se caracteriza por una reducción de la
densidad de la masa ósea y un deterioro de la microarquitectura de los huesos.
Esta enfermedad los vuelve más porosos al aumentar el número y tamaño de las
cavidades o celdillas que existen en su interior, lo que supone un aumento de
su fragilidad y del riesgo, por lo tanto, de sufrir fracturas.
Las fracturas osteoporóticas, que suelen aparecer después de
los 65
años, son la principal
consecuencia de esta patología y causan las estancias hospitalarias más
prolongadas en mujeres mayores de 45 años, por encima del cáncer de mama, la
diabetes o el infarto de miocardio. Se calcula que una de cada tres mujeres de
más de 50 años sufrirá al menos una fractura osteoporótica a lo largo de su
vida.
¿Cómo podemos prevenir la osteoporosis?
Los expertos señalan que para
prevenir esta patología es fundamental una alimentación equilibrada rica en
calcio y vitamina D. La cantidad de calcio varía con la edad, pero muchos
adultos necesitarán de 1.000 a 1.500 mg al día (leche y sus derivados o
suplementos como sales de calcio).
Del mismo modo, la vitamina D es
básica. El contenido de esta vitamina es muy bajo en los alimentos, a excepción
de algunos pescados grasos (salmón, atún, sardinas o caballa), por lo que la mejor forma de adquirirla es tomando el sol de
forma prudente.
Además, el paciente debe asegurarse que ingiere la
proporción adecuada de nutrientes básicos, vitaminas y oligoelementos, como
el magnesio,
evitando suplementos de vitamina A, que aumenta el riesgo de fractura.
Por otro lado, existen hábitos de vida que mejoran la calidad
del hueso como no fumar y no consumir alcohol en exceso. Realizar deporte aumenta la masa ósea durante el
crecimiento de niños y adolescentes y, además, puede ayudar a reducir la
pérdida en personas de edad avanzada. También aumenta la flexibilidad, la
coordinación y la fuerza muscular, por lo que reduce el riesgo de caídas.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Existen muchas causas de
osteoporosis, entre las que se encuentran la desnutrición, la falta de
ejercicio, el alcoholismo, el tabaco, algunos fármacos como los gluticorticoides,
enfermedad celíaca, diabetes mellitus, patologías inflamatorias reumáticas, endocrinas,
hepáticas o insuficiencia renal, entre otras. En su aparición también intervienen factores
genéticos y hereditarios.
¿Cuáles son sus causas?
En el interior del hueso se
producen durante toda la vida cambios metabólicos que alternan fases de
formación y de destrucción de hueso. Esas fases están reguladas por hormonas y
condicionadas por la actividad física, la dieta, los hábitos tóxicos o la
vitamina D, entre otros factores.
En condiciones normales, una
persona alcanza a los 30/35 años una cantidad óptima de masa ósea y a partir de
ahí se produce una pérdida gradual.
¿Cuáles son sus síntomas?
Se considera una epidemia silenciosa porque hasta que aparecen las fracturas no manifiesta síntomas y para ello pueden pasar incluso varios años. De hecho, existe el error extendido de que la pérdida de masa ósea provoca dolores musculoesqueléticos. Las fracturas más frecuentes son las vertebrales, de cadera, muñeca y húmero proximal. Los especialistas señalan que dos de cada tres facturas vertebrales son asintomáticas y provocan molestias que casi pueden pasar desapercibidas. Cuando la fractura es clínica produce dolor e incapacidad y puede dejar dolores residuales en el paciente.
Además de dolor, las fracturas pueden producir otros síntomas o
secuelas como la reducción de la estatura o deformidad de la columna, en el
caso de las fracturas vertebrales.
Por
su parte, las repercusiones de una fractura de cadera no se limitan a su
tratamiento hospitalario, sino al deterioro de la calidad de vida dado que pueden
ocasionar disminución de la movilidad y el desarrollo de complicaciones como trombosis
venosa profunda, tromboembolismo pulmonar y neumonía. Al menos
el 13 % de las personas que la sufren necesitan ayuda para desplazarse.
¿Cómo se diagnostica?
Se diagnostica mediante una densitometría,
que mite la densidad mineral ósea y permite predecir el riesgo de fractura en
pacientes sin ningún hueso roto.
Por otro lado, en la
analítica, el especialista evalúa la pérdida de vitamina D, las hormonas
tiroideas, la función renal y la hepática para descartar estas causas de
osteoporosis secundaria.
¿Y el tratamiento?
El reumatólogo valorará las características del paciente, sus
antecedentes patológicos y los factores de riesgo y decidirá en cada situación
cuál es el fármaco más adecuado en cada caso.
Gracias al gran número de
herramientas para su diagnóstico precoz, los especialistas pueden adaptar el
tratamiento para evitar la pérdida de masa ósea (fármacos antirresortivos) o
para estimular la formación de nuevo hueso (fármacos osteoformadores). También se proponen suplementos de calcio y vitamina D en
función de la edad del paciente, una dieta equilibrada, abandonar malos hábitos
y realizar ejercicio diario.
Si tienes dudas, puedes pedir cita con el servicio de Reumatología de Povisa para valorar los posibles tratamientos.
Si tienes dudas, puedes pedir cita con el servicio de Reumatología de Povisa para valorar los posibles tratamientos.